Viclefitas

Juan Wiclef (1324-1384), párroco de Fillingham, limosnero del rey, acumulador de beneficios eclesiásticos y maestro de teología en Oxford, escribió una serie de obras (El dominio divino, en 1375, El dominio civil, también en 1375, La Iglesia, en 1378, El orden cristiano, La apostasía y La Eucaristía, en 1379, y su obra más importante, el Trialogus, en 1382) en las que se las daba de reformador y revolucionario.

Su doctrina viene sintetizada en las 45 proposiciones condenadas por el Concilio de Constanza, el 4 de mayo de 1415. Rebelándose contra la Iglesia romana, que se había convertido en sinagoga de Satanás y cuerpo del anticristo, sostenía que la Iglesia debe ser puramente espiritual, sin jerarquía, casi sin Sacramentos y sin sacerdocio, constituida invisiblemente por los predestinados. Puesto que la soberanía pertenece solamente a Dios y el poder se ejercita bajo la autoridad de Dios y como por delegación divina, no tiene derecho alguno a la soberanía sea temporal o espiritual aquel que no se encuentre en estado de gracia; por consiguiente, el Papado, el clero, los monjes, todos ellos empecatados, no pueden representar autoridad alguna. La Biblia es la única regla de la salvación y, por eso, Wiclef no apoyó ni favoreció la traducción de la misma en lengua nacional. Además, negaba la transustanciación y la libertad humana, sosteniendo la predestinación de los elegidos y de los réprobos. Estas teorías encontraron buenos fautores en la corte inglesa, ávida de bienes eclesiásticos; encontraron también propagandistas populares que se llamaban «los curas pobres», pero que el pueblo llamaba lolardos. Condenado en el sínodo de Canterbury (mayo de 1382), Wiclef murió dos años mas tarde. Sus seguidores fueron dispersados por Enrique IV de Lancaster en los primeros años del siglo XV.

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