El hombre debería temblar, el mundo debería vibrar , el cielo entero debería conmoverse profundamente cuando el hijo de Dios aparece sobre el altar en manos del sacerdote.
Una vez que entiendas la Eucaristía, no podrás dejar la Iglesia.
No porque la Iglesia no te lo permita, sino porque tu corazón no te dejará.