OTRA SEMANA QUE HA PASADO… LA VIDA ES UN SOPLO… ¿PENSAMOS CON CUANTA RAPIDEZ PASAN LOS AÑOS?. HACE NADA, ÉRAMOS UNOS NIÑOS, NIÑAS Y YA… LA MAYORÍA ABIELOS. ¿COMO NOS PRESENTAREMOS CUANDO NUESTRO DIOS Y SEÑOR NOS LLAME??? OBRAS SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES.. ¿CORRIENDO IREMOS A ABRAZARTE???? AYYY DIOS MÍO GRACIAS POR TU AMOR.
QUE ALEGRIA 🎼🎶 CUANDO ME DIJERON VAMOS… 💒… POSTRADOS ANTE TI TE DECIMOS AQUÍ ESTAMOS TUYOS SOMOS…
«La Santa Misa no es un acto, es un estado. Un estado nuevo que coge hasta la última fibra del ser, hasta la última palpitación».
Sierva de Dios Teresa Mª de Jesús Ortega, op
Sedienta de Eucaristía
Oh buen Jesús, yo no sé si es un acto o es un estado, lo que sí sé es que es una mutua entrega, Tú Señor te entregas a mí y yo me entrego a Ti para fundirnos en Tu inmenso Amor. Gracias Jesús amado . 💘
Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 14, 7-9
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo.
Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que, ya vivamos ya muramos, somos del Señor.
Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos.
Reflexión del P. Javier Mira
Evangelio según San Mateo 18, 21-35
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.
Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste ¿no debías tener tú también compasión de un compañero, como yo tuve compasión de ti?”.
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano. Palabra de Dios.🔥
- No mantiene ante la culpa una actitud defensiva de la que hay que huir porque impide recibir el perdón.
Jesús le contesta que ha de perdonar setenta veces siete. Es decir, siempre, que no puede haber límite en el perdón. Esa es la mirada de Dios. Una mirada de plenitud.
La enseñanza acaba con unas palabras de Jesús en las que relaciona el perdón a los demás con el perdón recibido del Padre celestial. “Del mismo modo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada uno no perdona de corazón a su hermano”. Si perdonamos Dios nos perdona, si no perdonamos no recibimos el perdón de Dios.
Con este ejemplo quiere el Señor que comprendamos que el perdón a los demás, procede del perdón que Dios nos concede siempre. Así como Dios nunca se cansa de perdonarnos, nosotros hemos de luchar por perdonar siempre a los demás.
Contemplemos despacio la maravilla del perdón que Dios nos da a manos llenas en el sacramento de la penitencia y, agradecidos luchemos, con la gracia de Dios, para comportarnos así con nuestros hermanos cuando nos ofendan.
- El perdón comienza cuando, gracias a una fuerza nueva, una persona rechaza todo tipo de venganza. No habla de los demás desde sus experiencias dolorosas, evita juzgarlos y desvalorizarlos, y está dispuesta a escucharles con un corazón abierto.
El secreto consiste en no identificar al agresor con su obra. Todo ser humano es más grande que su culpa. Un ejemplo elocuente nos da Albert Camus, que se dirige en una carta pública a los nazis y habla de los crímenes cometidos en Francia: «Y a pesar de ustedes, les seguiré llamando hombres… Nos esforzamos en respetar en ustedes lo que ustedes no respetaban en los demás» (A. CAMUS, Carta a un amigo alemán, Barcelona 1995, p.58). Cada persona está por encima de sus peores errores.
Hace pensar una anécdota que se cuenta de un general del siglo XIX. Cuando éste se encontraba en su lecho de muerte, un sacerdote le preguntó si perdonaba a sus enemigos. «No es posible -respondió el general-. Les he mandado ejecutar a todos» (Cfr. M. CRESPO, El perdón. Heidelberg 2002, p.96.)
El perdón del que hablamos aquí no consiste en saldar un castigo, sino que es, ante todo, una actitud interior. Significa vivir en paz con los recuerdos y no perder el aprecio a ninguna persona. Se puede considerar también a un difunto en su dignidad personal. Nadie está totalmente corrompido; en cada uno brilla una luz.
Al perdonar, decimos a alguien: «No, tú no eres así. ¡Sé quién eres! En realidad eres mucho mejor.» Queremos todo el bien posible para el otro, su pleno desarrollo, su dicha profunda, y nos esforzamos por quererlo desde el fondo del corazón, con gran sinceridad.🔥
