Que alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor, unidos nuestros corazones en el AMOR MAS GRANDE QUE EXISTE, se abaja para estar con nosotros, abrazarnos, acompañarnos, consolarnos, y AMARNOS CON INFINITA PACIENCIA Y MISERICORDIA. Que nuestra oración por nuestros hermanos que sufren el horror de las guerras se oiga en el mundo entero y llegue hasta el Cielo NO MAS GUERRAS. NO A LAS ARMAS. QUEREMOS TU PAZ REY DE REYES ADORADO
«La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también estar ante ella fuera de la Santa Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia».
San Juan Pablo II
Danos Jesús amado un deseo grande de asistir cada día a la Sta. Misa para acercarme más y más a TI fuente de Amor, de Vida y de Gracia. Con nuestra Madre, S. José y nuestros Angel Custodio. Gracias y Perdón.
Danos vocaciones Sacerdotales y Religiosas que amen mucho la Adoración y Reparación. 🔥
DEJEMOS AMAR POR EL AMOR💘
Concha Puig
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 15-21
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.
Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron:
«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas:
*¿es lícito pagar impuesto al César o no?».
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto».
Le presentaron un denario.
Él les preguntó:
«De quién son esta imagen y esta inscripción?».
Le respondieron:
«Del César».
Entonces les replicó:
«Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
Palabra de Dios
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Y con esta respuesta, Jesús se sitúa por encima de la polémica. Jesús siempre más allá. Por una parte, reconoce que se debe pagar el tributo al César —también nosotros: hay que pagar los impuestos—, porque la imagen sobre la moneda es la suya; pero, sobre todo, recuerda que cada persona lleva en sí otra imagen —la llevamos en el corazón, en el alma—, la de Dios, y por tanto es a Él, y solo a Él, a quien cada uno debe la propia existencia, la propia vida. De aquí deriva la misión de la Iglesia y de los cristianos: hablar de Dios y testimoniarlo a los hombres y a las mujeres del propio tiempo. Cada uno de nosotros, por el Bautismo, está llamado a ser presencia viva en la sociedad, animándola con el Evangelio y con la savia vital del Espíritu Santo. Se trata de esforzarse con humildad y con valor, dando la propia contribución a la edificación de la civilización del amor, en la que reinan la justicia y la fraternidad.
