Que alegría, esa alegría santa por ser pobres hijos de DIOS hoy otra cita para ADORAR, REPARAR, AMAR y dejarnos AMAR todos en lo más grande la Sta. Misa. No olvidemos unir nuestros corazones y pedir los unos por los otros.
El cristianismo es una vida, no un mero culto externo. El culto a Dios es necesario, pero no basta para ser buen cristiano. La asistencia a la Santa Misa es sobre todo un acto de amor de un hijo que va a visitar a su Padre: por eso el motivo de la asistencia a la Santa Misa debe ser el AMOR .
P. Jorge Loring S.I.
Mi Jesús amado asistir a la Sta. Misa no es un acto social ni una reunión de amigos que hemos cogido esta costumbre los domingos y allí nos encontramos. No. Es un acto verdaderamente de amor, voy a encontrarme con mi Dios y Salvador, para pedir perdón de mis pecados, faltas, agradecer todas las gracias, rezar por mi familia y amigos, difuntos, por los que no te aman, aceptar Tu voluntad, y perdonar a los que nos ofenden como rezamos en el Padre Nuestro ) y Adorarte de todo corazón. Y vivir con la alegría inmensa de saber que estás conmigo con nosotros en mi en nuestro ❤🔥. Con nuestra Madre, S. José y nuestro Angel Custodio. Gracias y perdón 💥
Preciosa reflexión del. P. Javier Miras🔥
Evangelio según San Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: Que llega el esposo, salid a recibirlo Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: «Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.» Pero las sensatas contestaron: «Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.» Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con El al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: «Señor, señor, ábrenos.» Pero él respondió: «Os lo aseguro: no os conozco.» Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.Palabra de Dios.
Señor, qué fácilmente puedo dejarte a un lado, en un segundo plano, y acordarme de Ti sólo cuándo hay una necesidad o problema. Ese descuido, irresponsabilidad o apatía me trae muchas consecuencias negativas porque debilita mi capacidad de amar. Ayúdame, por medio de esta oración, a comprender la necesidad de mantenerme siempre alerta, dispuesto a recibir Tu gracia que me hace capaz de transformarme y transformar mi mundo. Señor, dame la gracia de tener un corazón alerta y vigilante, para obrar siempre el bien.
Cuántas veces uno se despista y vive en la oscuridad. Y a veces unos se quieren poner a la luz del otro, como estas jóvenes que buscaron poner en sus lámparas el aceite de las otras. Pero cada uno tiene su luz. En cada uno Dios ha dejado una luz particular, una luz que le hace ser él mismo. Por eso, en el Reino de los Cielos cada uno tiene que ser él mismo.
Unas luces son más fuertes, otras más débiles, otras cambian constantemente… Y así podemos encontrar un sinfín de luces como personas. Y cada uno tiene que cuidar y dar cuentas de esa luz que recibió. Porque esa lámpara que Dios nos ha dado la tenemos que poner en el candelabro. Y puede que a veces no me guste mi lámpara, no me guste mi luz o gaste mi aceite. Puede que a veces utilice mis cualidades para presumir o a veces quiera ocultar esa luz, esas virtudes o defectos. Incluso a veces no quiero mi lámpara.
Pero esa lámpara puede ser fea, puede tener una luz muy tenue, puede que vea más la oscuridad que la luz. Pero es la luz que me ha regalado Dios; es la luz que me acompañará a lo largo de mi vida. Por lo tanto tengo que aceptarla. Y tengo que €!cuidarla. Y me puede pasar que piense que no me va bien esta lámpara. Quisiera otra más o menos luminosa. Y siempre estoy queriendo la vela o el aceite de los otros. Pero, en realidad, la lámpara que tengo es la mejor, ¡porque es mi lámpara! Es un regalo de Dios. Lo importante es ver mi vida y mi historia desde los ojos de Dios y no desde una mirada humana. He de elevar la mirada; contemplar la maravillosa obra de Dios en mi vida y darle las gracias.
«La lámpara, cuando comienza a debilitarse, tenemos que recargar la batería. ¿Cuál es el aceite del cristiano? ¿Cuál es la batería del cristiano para producir la luz? Sencillamente la oración. Tú puedes hacer muchas cosas, muchas obras, incluso obras de misericordia, puedes hacer muchas cosas grandes por la Iglesia —una universidad católica, un colegio, un hospital…—, e incluso te harán un monumento de bienhechor de la Iglesia, pero si no rezas todo esto no aportará luz. Cuántas obras se convierten en algo oscuro, por falta de luz, por falta de oración de corazón».
Y entendemos el sentido de la vida y Así se encontraba Santa Teresita del Niño Jesús cuando descubrió los primeros síntomas de su enfermedad que la llevaría a la muerte, escribe: «¡Ah, mi alma se sintió henchida de gran consuelo! Estaba íntimamente persuadida de que Jesús (…) quería hacerme oír una primera llamada. Era como un dulce y lejano murmullo que me anunciaba la llegada del Esposo. (…) Gozaba por entonces de una fe tan viva, tan clara , que el pensamiento del Cielo constituía toda mi felicidad» (Manuscrito C, F.) San Agustín dijo que tuviéramos cuidado de la gracia de Dios que pasa y no vuelve.
