Reflexión Evangelio Domingo 17 diciembre

Que alegría 🎶🎶 cuando me dijeron vamos a 💒… todos nuestros 💞 unidos en un solo ❤️ ¡ postrados ante nuestron Rey de Reyes! con toda reverencia Adoración Reparación y Humildad así El nos abraza y hace totalmente suyos

La Eucaristía es nuestro tesoro más valioso. Es el Sacramento por excelencia; nos introduce anticipadamente en la vida eterna; contiene todo el misterio de nuestra salvación, y es la fuente y la cumbre de la acción y de la vida de la Iglesia

Dios está presente en el Altar, pero también está presente en el altar de nuestro corazón cuando en la Comunión le recibimos en el sacramento de la Eucaristía. 💘
Benedicto XVI Homilía, 13 de septiembre

Oh Jesús amado, así es, nos convertimos en altar de Tu Santo Sacrificio y muchas veces no somos del todo conscientes de que al estar en nuestro corazón nos rodean legiones de Ángeles que te Adoran y mi cuerpo te custodia. Con nuestra Madre, S. José y nuestro Angel Custodio. Gracias y Perdon.

Concha Puig

Evangelio según San Juan 1, 6-8.19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?».
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo: «No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió: «No».
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?».
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

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