En la segunda venida de Jesucristo, María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto
por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella
Jesucristo sea conocido, amado y servido. Pues ya no valen los motivos que movieron al Espíritu Santo a ocultar a su Esposa durante su vida y manifestarla sólo parcialmente desde que se predica el Evangelio.
Dios quiere, pues, revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos
últimos tiempos porque Ella se ocultó en este mundo y se colocó más baja que el polvo por su profunda humildad, habiendo alcanzado de Dios, de los Apóstoles y Evangelistas, que no la dieran a conocer; porque Ella es la obra maestra de las manos de Dios tanto en el orden de la gracia como en el de la gloria, y Él quiere ser glorificado y alabado en la
tierra por los hombres; porque Ella es la aurora que precede y anuncia al Sol de justicia, Jesucristo, y, por lo mismo, debe ser conocida y manifestada si queremos que Jesucristo lo sea; porque Ella es el camino por donde vino Jesucristo a nosotros la primera vez y lo será también cuando venga la segunda, aunque de modo diferente…
San Luis Maria Grignion de Montfort – “Tratado de la Verdadera Devoción”
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