Reflexión del domingo 18 de febrero

Qué alegría 🎶🎶 cuando me dijeron vamos.. a la 💒 de nuestro Amor de los Amores… que voy a deciros que no lo viváis lo vivamos.. con inmenso Amor, Alegría, Esperanza y Humildad… y Conversión.

Un encuentro cotidiano muy personal e íntimo con el Señor.
Revisando nuestra propia práctica Eucarística, sostenidos por una fe viva en la presencia de Jesús y en su Amor, aspiremos a lo óptimo, es decir, a hacer del encuentro con la Eucaristía un encuentro cotidiano muy personal e íntimo con el Señor, tal, que esa presencia se vea reflejada en nuestra conducta diaria, revelándose y manteniéndose siempre a la altura de nuestra fe.🔥

Mons. Christophe Pierre, Nuncio Apostólico en México
Quinto Congreso Eucarístico Nacional Tijuana 2011
*S.S. Benedicto XVI, 11 de septiembre de 2011

Oh¡¡Jesús amado, te pido me aumentes la fe, las fuerzas y la constancia para que no desfallezca y sea capaz de que mi conducta invite a mis hermanos a desear tener también esa intimidad cotidiana. Amen

Con nuestra Madre, S. José y nuestro Angel Custodio. Gracias y Perdón.🧎🏻‍♀️

Evangelio según (San Mateo 9, 14-15)
En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, Tus discípulos no ayunan?».
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán». Palabra de Dios

Decía Benedicto XVI meditando este pasaje del Evangelio: En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban escrupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que «ve en lo secreto y te recompensará«
(Mt 6, 18). Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los cuarenta días pasados en el desierto, que no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4, 4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el «alimento verdadero», que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4, 34). (Benedicto XVI, Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2009).

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