Reflexión al Evangelio del Domingo

Que alegría🎶 «más grande» cuándo me dijeron, vamos a la 💒 de nuestro Jesús amado, es increíble se hace realidad nuestra íntima unión con JESÚS VIVO que quiere vivir en mi, en cada uno de sus pobres hijos para, con Él, en El, por Él, dejárnos conquistar cada día más hasta la locura de Amor… haber hermanos
¿Quien como EL?
QUIEN¡¡¡¡ contesta ¿QUIEN?….. Que bien se está contigo Señor……
Que todos los pueblos reconozcan que Tú Dios mio eres el único Rey del Universo así habrá Justicia y Paz.

No es para quedarse en una ámbula de oro que Jesús desciende todos los días del Cielo, sino para encontrar otro cielo, el de nuestra alma, donde encuentra sus delicias. (Santa Teresita del Niño Jesús)

Oh buen Jesús , Tú que lo puedes todo , perdona mis pecados, limpia mi alma de todo mal , para que cuando vengas realmente encuentres en mi corazón solo amor, mucho amor y cada día más amor. Con nuestra Madre, S. José y nuestro Angel Custodio. Gracias y Perdón. 🔥

Concha Puig

Evangelio según San Marcos 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».

Reflexión preciosa del P. F. Javier Mira, y una oración muy bonita del Beato A. del Portillo ( vale la pena tenerlo todo(

  1. La voz de orden para los discípulos y para nosotros es la del Padre: Escuchadlo. Escuchad a Jesús. Es El el Salvador: seguidlo. Escuchar a Cristo, de hecho comporta asumir la lógica de su ministerio pascual, ponerse en camino con él, para hacer de la propia existencia un don de amor a los otros, en dócil obediencia con la voluntad de Dios, con una actitud de separación de las cosas mundanas y de libertad interior. Es necesario, en otras palabras, estar prontos a ‘perder la propia vida’, donándola para que todos los hombres sean salvados, y para que nos reencontremos en la felicidad eterna.
    El camino de Jesús siempre nos lleva a la felicidad. No nos olvidemos: el camino de Jesús siempre nos lleva a la felicidad, habrá en medio cruz y pruebas, pero al final nos lleva siempre a la felicidad. Jesús no nos engaña. Nos prometió la felicidad y nos la dará si seguimos su camino. 
    Durante su vida terrena, no sólo hubo una sola transfiguración, sino que hubo más revelaciones o manifestaciones de su divinidad: el Nacimiento anunciado a los pastores, la voz que resuena al salir Él de las aguas después de su bautismo, la entrada en Jerusalén, la Eucaristía, su muerte en la Cruz, su resurrección y ascensión a los cielos.
     
  2. Pero, ¿cuáles son las transfiguraciones de Cristo en estos días? Hay una de esas “transfiguraciones” que cada día se lleva a cabo y de la que tu puedes ser testigo, y es mucho más que una TRANSFIGURACIÓN, es la Consagración del pan y del vino en su Cuerpo y su Sangre (realmente es una TRANSUBSTANCIACIÓN). Esa es la mayor manifestación de Dios Omnipotente que hay en nuestros días. Allí no están presentes ni Elías ni Moisés, sino la Trinidad Santísima que nos da la certeza de estar presenciando un acto misterioso y milagroso a la vez.
    Cristo nos invita a verle en la Eucaristía con ojos de fe, y decirle como Pedro: qué bien se está aquí, Señor Él nos está esperando para que le encontremos en el Sagrario. Él está allí, y se te transfigurará (es decir, le encontrarás y estarás a gusto con El) sólo si estás dispuesto a seguirle con humildad y amor.
    Invoca a la Virgen María, para que te ayude a escuchar y seguir siempre al Señor Jesús, hasta la pasión y la cruz, para participar también en su gloria.
    Jesús, gracias por invitarme a subir al monte alto de la oración, porque quieres transfigurarte para que pueda comprender la grandeza de Tu gloria y pueda así convertirme en ese discípulo y apóstol, que con Tu gracia, acerque a otras personas, especialmente de mi familia, a experimentar la luz de Tu Palabra, el consuelo de Tu cercanía, lo maravilloso de Tu Amor. Permite que salga de esta oración configurado contigo para revestir con Tu amor mis pensamientos, palabras y obras.
  3. Y acabo con esta preciosa oración que estaba en las páginas del libro de la Liturgia de las Horas del Beato Álvaro del Portillo:
    ¡Qué bien se está contigo, Señor, junto al Sagrario! 
    ¡Qué bien se está contigo! ¿Por qué no vendré más? 
    Hace ya muchos años que vengo aquí a diario. 
     
    Y aquí te encuentro siempre, Amor Solitario, 
    Solo, pobre, escondido, pensando en mí quizás. 
    Tú no me dices nada ni yo te digo nada; 
    Si Tú lo sabes todo, ¿qué voy a decirte? 
     
    Sabes todas mis penas, todas mis alegrías, 
    Sabes que vengo a verte con las manos vacías
    Y que no tengo nada que te pueda servir. 
     
    Siempre que vengo a verte, siempre te encuentro solo. 
    ¿Será, Señor, que nadie sabe que estás aquí? 
    No sé, pero sé, en cambio, que aunque nadie viniera, 
    Aunque nadie te amara ni te lo agradeciera, 
    Aquí estarías siempre esperándome a mí. 
     
    ¿Por qué no vendré más? ¡Qué ciego estoy, qué ciego! 
    Si sé por experiencia que cuando a Ti me llego 
    Siempre vuelvo cambiado, siempre salgo mejor. 
     
    ¿Adónde voy, Dios mío, cuando a mi Dios no vengo? 
    ¡Si Tú me esperas siempre! Si a Ti siempre te tengo, 
    Si jamás me has cerrado las puertas de tu Amor.
     
    ¿Por qué no vendré mas si sé que aquí, a tu lado, 
    Puedo encontrar, Dios mío, lo que tanto he buscado 
    Mi luz, mi fortaleza, mi paz, mi único bien? 
     
    Si jamás he sufrido, si jamás he llorado, 
    Señor, sin que conmigo llorases Tú también!
    ¿Por qué no vendré más, Jesús? 
     
    ¡Si Tú lo estás deseando, si yo lo necesito! 
    Si sé que no soy nada cuando no vengo aquí. 
    Si aquí me enseñarás la ciencia de los santos 
    Como aquí la buscaron y la aprendieron tantos, 
    Que fueron tus amigos y gozan ya de Ti.
     
    ¿Por qué no vendré más, si sé yo 
    Que Tú eres el modelo único y necesario 
    Que nada se hace duro mirándote a Ti aquí? 
    El Sagrario es la celda donde estás encerrado. 
     
    ¡Qué pobre, qué obediente, qué manso, qué callado, 
    ¡Qué solo, qué escondido… nadie se fija en Ti!
    ¿Por qué no vendré más ? ¡Oh, Bondad infinita! 
     
    Riqueza inestimable que nada necesita, 
    Y que te has humillado a mendigar mi amor. 
    Ábreme ya esa puerta, sea ésa ya mi vida, 
     
    Olvidado de todos, de todos escondida, 
    ¡Qué bien se está contigo, qué bien se está, Señor! 
    Amén.

Dios, Padre misericordioso, te conceda, como al hijo pródigo, el gozo de volver a la casa paterna.
Cristo, modelo de oración y de vida, te guíe a la auténtica conversión del corazón, a través del camino de la Cuaresma.
El Espíritu de sabiduría y de fortaleza te sostenga en la lucha contra el maligno, para que puedas celebrar con Cristo la victoria pascual.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ti y permanezca para siempre. Amén.

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