Hermanita, no hago más que, humildemente, justicia… porque tú no lo sabías, pero me buscaste insistentemente, y pusiste en ello Amor, ese Amor que siempre convence, que atrae… El Amor de Jesús que se me hizo tan presente un día por su Gracia y la Acción del Espíritu Santo… qué me llevó a conocerle y amarle con ese amor que no nace de la carne ni la sangre… y que fue creciendo en mí por su Palabra, la Eucaristía… por el testimonio de hermanos y Pastores… ese amor que me poseyó durante años… Sin embargo, no resistió la dureza de lo que vendría después, algo como la soledad y dureza del desierto que no resistió y no me resisti a la tentación y anduve desorientada un tiempo, con algún rayo de Luz de vez en cuando… pero lejos de la atracción que cambió para siempre por una Fé palpable el objeto de mi propia existencia… Y en ese andar sin rumbo apareciste… así que repito lo que siempre respondes y es la única Verdad… «Cuánto Dios nos ama…! qué no tiene en cuenta nuestros pecados y nos hace experimentar la vuelta a los brazos del Padre con la ayuda de nuestros hermanos que, como el hermano mayor del Evangelio habita con Amor y Fidelidad, en la casa del Padre, y particita de sus bienes, de la Bondad y Fidelidad del Padre que nos envía a su propio Hijo en la persona de sus Apóstoles… de sus fieles, de sus Ángeles, de sus Santos… Y sorprendentemente me trajo justo a «Reparar»… Y no solo porqué así puedo reparar por mis propios pecados… si no que «aprovecha» para mostrarnos, mostrarme su Corazón, lo «hondo» de su dolor, lo tierno y Misericordioso de su Amor… un Amor que se asemeja sólo superficialmente al nuestro… pero que lo multiplica y completa porque El es también, nuestro Dios-Amor… con ese Amor que quiere que nos amemos… quizá como lo describe San Pablo, pero con la fuerza del Espíritu Santo, que nos invita a exclamar con Jesús «Gracias Padre, porque has ocultado estas cosas a sabios y entendidos, y se las das a conocer a mis hermanos más pequeños…» Así que unida a nuestros hermanos, arrepentidos de corazón, y en Reparación por tantas veces como no le miramos ni le vemos ni le consolamos, hoy venimos a Ti para darte Gracias, Bendecirte y Alabarte por todos los que todavía están perdidos o buscando sin encontrar, para que viendo en nuestro Grupo, en Tú Iglesia Santa el Amor de Dios con que nos amamos y somos amados, seamos testigos de la Misericordia con que nos envuelve para Gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo…
Rosario Aguilar
