¡Cuánto lloró Sta.Mónica! Las lágrimas de una madre jamás se pierden, ¡jamás! María las recoge y se las presenta a su Hijo. Fijaros, a santo llegó Agustín, doctor de la Iglesia. Nuestros hijos se salvan por nuestra oración, lágrimas y entrega total de nuestra vida silenciosa y con esperanza contagiosa, a Dios Padre y Señor de TODOS.
También lloremos con las lágrimas de esas pobres madres que sin juzgarlas, abortan, está seco su pobre corazón. Seamos nosotras sus lágrimas, su oración y su dolor maternal, así seremos la cuna de esos angelitos 😇
Concha Puig