
En relación con el ejemplo que son los santos para nosotros y que es conveniente leer sus obras para imitarlos en su bondad, pienso que la Santidad se puede asociar a lo perfecto, a lo sublime. La Santidad o Perfección nos asemeja a Cristo. En algunos versículos bíblicos se nos habla del llamado a la Santidad… Por tanto, sean perfectos, así como su Padre Celestial, es perfecto (Mateo 5, 48).
El Señor nos pide que nuestra vida sea conforme a lo Bueno. Jesús en su Amor nos demuestra que vivió plenamente la Santidad y, por tanto, los que le queremos, los que le seguimos, los que le adoramos tenemos que tener esa impronta del Maestro. Y, ¿cómo se puede lograr el ser perfectos? Pienso que lo primero es amar a Jesús. Cuando una ama a una persona quiere agradarle e incluso parecerse al ser amado. Algunos matrimonios se aman tanto que hasta llegan a parecerse en el físico, y les agradan las mismas cosas, ideas, proyectos, situaciones, etc. , es decir, existe afinidad, claro, porque no puede haber afinidad entre personas que no se aman. Jesús ya nos demostró cómo es ÉL… Es Todo Amor, que implica ser misericordioso, compasivo, pacífico, sensible al sufrimiento del prójimo.
El Decálogo del A.T. lo sintetiza en Amar a Dios y al prójimo. Jesús nos enseña El camino a la perfección en varios versículos bíblicos y agrego, lo que es recurrente en mí, las Obras de Misericordia Espirituales y Materiales, que son los preceptos que nos sirven de guía para parecernos a Jesús. Debemos aspirar a la perfección e interiorizarla en nuestro ser y practicarla, por supuesto. Debemos ser el reflejo de Dios, aquí en la Tierra. Con pequeñas obras buenas que realicemos iremos por el Camino de Dios. Pequeñas obras buenas al principio… Después esas obras buenas hay que hacerlas fructificar y aumentarlas en cantidad, como en la Parábola del Sembrador… Busquen la Paz con todos, y la Santidad, sin la cuál Nadie verá a Dios (Hebreos 12,14)
(Pilar Muñoz, Chile)