Buscarte solo a Ti

Buscarte solo a Ti

Hoy Señor, te presento los frutos de mi vida, todos ellos no valen ni a los ojos de los hombres, ni a los tuyos… Te los presento porque Tú has venido a salvar lo que estaba perdido… porque las obras de mis manos no valen nada, pero Tú Señor llamas a nuestra puerta y cuando entras todo lo dejas lleno de Ti… y en eso está nuestra esperanza, en que Tú vienes a salvar lo que estaba perdido, y lo salvas….      

SEÑOR, que todo lo que late en mí sea una acción de gracias continua… qué toda mi miseria se convierta por Tú Amor en Amor a los otros… Qué todas las pruebas, las humillaciones las reciba como de Ti para ir a Ti sin nada, vacía de todo orgullo y de otro apoyo que no seas Tú, porque solo Tú acoges a aquellos que sabemos de nuestra pobreza… solo Tú, conociéndonos como nos conoces, nos Amas así como somos con ternura infinita…

Rosario Aguilar

En la fiesta de Nuestra Señora del Rosario

Hoy, fiesta de Ntra Sra del Rosario, siento que nuestra Madre recoge en cada Ave María toda la carga que llevamos, para acompañarnos y aliviarnos, pero que, como haría nuestra madre, como haríamos nosotros con nuestros hijos, no se trata de «arrancar» de nosotros lo que estamos viviendo en nuestra humana realidad, porque eso nos enriquece…

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Esa experiencia humana de llevar nuestras cargas, entre «gozos y sombras», nos identifica con ella misma, que siendo Madre de Dios, no hizo «alarde de su rango» sino que actuó como cualquiera, sometida a las leyes humanas, a las «inclemencias del tiempo»… al dolor del parto… a la «angustia de no poder ofrecer a su hijo recién nacido más que un techo pensado y construido para resguardo de unos animales… Pero, como nosotros, no estaba sola, siempre habitó Dios en su corazón… para después descansar y compartir con San José, su esposo, todas las situaciones, muchas veces extremas, que sus circunstancias le impusieron.

Y eso es lo que hace con nosotros, mostrándonos al Hijo que le fue concedido, también para todos nosotros, para salvación de todos, adorándole con nosotros, con los Pastores y los reyes… con el cielo y con la tierra… En esa Adoración, cielo y tierra se unen en una sola experiencia de Fe, en una sola Alabanza, en un solo Amor, en un sólo modelo de vida humano-divina, en la Sagrada Familia de Nazaret que Dios Padre quiso para nosotros… para que, sin eludir nuestra humanidad, seamos sumidos en la Divinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu, desde el Portal particular que Dios ha querido para cada uno de nosotros, dando Gloria a su Nombre por siempre…!!!

Rosario Aguilar

Una explosión de Amor

Es verdad, hermanita, la Resurrección de Jesucristo es una «explosión de Amor»… ¿y nos preguntas cómo sería mi vida si no me hubiera encontrado con Jesús…? No sé cómo sería, pero sí cómo es después de ese Encuentro: sencillo, inolvidable, en silencio, como a veces lo expresan refiriéndose al Espíritu, «una suave brisa», un suave susurro, una explosión de gozo en el corazón, en todo el cuerpo, en todo nuestro ser…

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El encuentro con Jesús

Yo creo que la característica especial de todos los santos, es que un día se encontraron con Jesús cara a cara y se dieron cuenta de que, ese encuentro era puro DON. Y que, para llegar a él era necesario desearlo fuertemente y pedirlo con asiduidad. Por eso, cuando la persona tiene un encuentro con Jesús ya no puede separarse de Él, ya no puede vivir lejos de su presencia; no puede priorizar nada por valioso que le parezca… Pues, las experiencias vividas a su lado, son irrepetibles. De ahí que, vivir con Jesús haga personas íntegras. ¿Me paro alguna vez a recordar, ese encuentro que tuve con Jesús y que, marcó mi vida?

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Cada Paso me acerca más a Dios

En nuestro peregrinar por esta vida debemos tener presente que por alguna razón estamos aquí. No es una casualidad, al contrario, es una causalidad. La causa primera es Dios, nuestro Creador. La causa primera es eterna, no tiene principio ni fin. Dios nos creó para ser felices, para tener también vida eterna. Dios en su infinita bondad nos regaló el libre albedrío, es decir la opción de elegir el Bien o el mal. Ya sabemos que el ser humano pecó y optó por el mal, me refiero a nuestros primeros padres: Adán y Eva. Pero Dios, en su misericordia, envió a su Hijo Amado Jesús para que se realizara la Redención. Los cristianos estamos llamados a seguir los pasos de Jesús. Debemos amar a Dios y a nuestro prójimo. A veces en este peregrinar se nos presentan muchas dificultades, sufrimientos, inestabilidad. Son las pequeñas cruces, porque si queremos a Jesús y optamos por seguirlo deberemos ser valientes para vencer las iniquidades y sufrimientos que aparecerán tarde o temprano.

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San José, hombre de la Providencia

La providencia es uno de los conceptos más importantes y relevantes de la concepción cristiana del mundo. “Llamamos divina Providencia las disposiciones por medio de las cuales Dios conduce la creación hacia esta perfección”, nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 302). Dios es solicito por el bien de lo que ha creado. El no crea para luego abandonar a su creatura. De modo especial los seres humanos gozan de un especial cuidado por parte de Dios. Jesús dijo a sus discípulos en el sermón de la montaña: “Buscad el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt 6, 33). Él los invita a abandonarse con confianza a este cuidado, añadiendo: “No os afanéis por el mañana, porque el mañana tendrá sus inquietudes. A cada día le es suficiente su afán” (Mt 6, 34).

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La cruz de Cristo como signo e instrumento de salvación

Por Beatriz Azañedo, publicado en Cathopic.com

En el mundo antiguo la crucifixión representaba un método de ejecución cruel y humillante.

La muerte en Cruz de Jesús se convirtió el mediodía de un Viernes Santo en Jerusalén, en el Monte Gólgota, en el símbolo de la mayor muestra de amor de todos los tiempos. Y todos los seguidores de Cristo verían el signo de la cruz ya con otros ojos.

Pero no será hasta el siglo V d. C. cuando se convierta en el símbolo del cristianismo, porque mientras tanto era la figura de un pez la que representaba la búsqueda de la verdad profunda oculta a simple vista, como los peces se ocultan bajo las aguas. Ichtys significa pez en griego y es un acrónimo, una palabra formada por la unión de las iniciales de varias palabras. Las palabras que conforman ichtys son: Iησοῦς Χριστὸς Θεοῦ Υἱὸς Σωτήρ, que significa “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”.  

El pez era una especie de “contraseña”, un signo de reconocimiento mutuo entre cristianos cuando practicaban su religión clandestinamente. Al encontrarse, uno de ellos dibujaba una línea curva y, si el otro la dibujaba a la inversa completando el símbolo de un pez, podían estar seguros de que ambos eran cristianos.

El pez sigue siendo un símbolo usado por los cristianos de Oriente y África. Su origen se encuentra en el Nuevo Testamento, en el que Jesús se refería a sus apóstoles como “pescadores de hombres”.

Tras la muerte de Jesús el cristianismo sufrió grandes persecuciones hasta que el emperador Constantino promulgó el Edicto de Milán en el año 313, que garantizaba el fin de estas persecuciones y su libertad de culto. 

La adopción de la cruz como símbolo cristiano puede atribuirse a las comunidades coptas de Egipto por una semejanza gráfica con el ankh, que significa “vida” o “la llave de la vida” y que fue heredado de la antigua religión egipcia. Los coptos tuvieron un papel fundamental en el ascenso del cristianismo: Constantino tuvo que luchar por el poder contra su rival Majencio y buscó apoyos en los territorios de Oriente, donde el cristianismo era más fuerte.

Eusebio de Cesarea, autor de una biografía sobre el emperador, narra que antes de la batalla del Puente Milvio (312 d.C.) Constantino tuvo la visión de una cruz en el cielo y más tarde, “en sus sueños, el Cristo de Dios se le apareció con el mismo signo que había visto en los cielos, y le ordenó que abrazara ese signo que había visto en los cielos, y que lo usara como un talismán en todos los combates con sus enemigos”.

El símbolo que usó Constantino no era la cruz que conocemos, sino un crismón, un anagrama formado por las letras griegas ji (representada como una X) y rho (representada como una P). La X y la P son las dos primeras letras de la palabra Χριστός, “Cristo” en griego.

Más adelante la letra ji fue sustituida por la tau (representada como una T), como abreviación de la palabra stauros “cruz” en griego, significando “Cristo en la cruz”. Gracias a su asociación con el ankh egipcio, la cruz, que había sido durante siglos un instrumento de tortura, se convertía en la promesa de la vida eterna.

La cruz para los cristianos, es el mayor signo de amor. Pero no un amor como el que nos venden ahora sentimental y superficial, sino el Amor verdadero.

¿Quién más impotente que un hombre crucificado? Manos y pies clavados y horrorosamente heridos. Un crucifijo parece inútil, pero eso ha cambiado la historia. Este hombre impotente ha realizado el acto más incisivo de toda la aventura humana. Esas manos clavadas nos han rescatado, esos pies destrozados han inaugurado el camino del cielo.

FABIO ROSINI, EL ARTE DE RECOMENZAR

En la cruz vemos la grandeza y belleza de morir por amor. Y mirar el crucifijo nos puede hacer entender que cuanto más muramos de nosotros mismos, de nuestras miserias, de nuestro egoísmo, de nuestro mal carácter, más crecerá la Vida en nosotros.

Siempre tendremos preocupaciones, problemas, inquietudes que se convierten en cruces. Quien cree no tener una cruz es porque no está mirando su vida con sinceridad. Limitaciones, problemas, enfermedades, carencias nos atañen a todos…

¿Y si los “noes” que la vida nos trae fuesen algo de lo que no debemos escapar?

FABIO ROSINI, EL ARTE DE RECOMENZAR

Resignación, frustración, tristeza… son algunos de los sentimientos que puede sembrar en nuestro interior una cruz. Pero ¿y si Jesús hubiera escapado de aceptar Su cruz? 

Aceptar esos amargos “noes” que la vida nos dice, es aceptar lo que somos y hacer las paces con uno mismo. Pero este acto solo se puede hacer mirando un crucifijo. 

Hasta Jesús, siendo Dios, aceptó Su condición de hombre en la Tierra y decidió acoger un plan doloroso, pero de una Belleza redentora.

Qué bueno sería mirar a partir de hoy todos esos límites que encuentro en mi historia y en mi vida desde la Cruz de Jesús. Y contemplar su aspecto y decirle: Amén! Este soy yo, estas son mis fragilidades. Tú sabes los porqués de estos “noes”. En esto me parezco a ti, mucho más que en mis cualidades. En mis pobrezas estoy cerca de ti. 

FABIO ROSINI, EL ARTE DE RECOMENZAR

Tener el suficiente abandono en Cristo para confiar en que hay un sentido, un plan y una belleza en cada cruz que se nos presenta. Con Él, las cruces se pueden convertir en Vida. Si Le confiamos nuestras miserias, nuestras preocupaciones, en definitiva: nuestra vida, transforma el dolor de una cruz en tierra donde será fecunda Su Gracia.

¿Encuentro belleza en mi día a día?

Por Beatriz Azañedo, publicado en Cathopic.com

Vivir el presente es el gran enemigo del hombre, siempre maquinando sobre el futuro, viviendo en el mañana, en el después.

A cada día le basta su contrariedad.

MT 6,34

Olvidando que no es de Dios nuestra mentalidad de no vivir en el instante presente. ¿Tienes realmente los pies y el corazón en lo que estás haciendo ahora mismo?

Es en este instante del presente donde Dios se encuentra con nosotros. En tu pasado está la belleza de Su misericordia, en tu futuro está Su providencia. Pero lo grandioso es que en tu presente, si sabes tener el corazón y el alma disponible, está Su gracia.

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Amor infinito

Viernes Santo 2019. Una capilla. Él, en el Tabernáculo, en un Copón. Una, en el último banco.

De repente, a oscuras. Cuchicheos tras el altar. Tres hombres de clergyman por el pasillo central hacia la puerta de salida.

Dentro de mi cabeza una frase de unos ejercicios espirituales, en una preciosa larga Adoración Eucarística: «Él, nunca sólo».

Ahora yo sola con Él. Todo para mí. ¡Un placer sublime!

A mi lado, en el banco, una hoja de cantos para el Vía Crucis.

Primera canción, dulce, muy suave, sólo para Él.

Solos Él y yo. Yo toda suya, Él mi gran compañía.

Dos canciones, tres… cada vez con más amor, cada vez más unidos. Plenitud suprema. Increíble y cierto.

Una señora, otras más. Silencio.

Un sentimiento profundo e inmenso: AMOR.

Propiedad del número infinito

infinito : cualquier número distinto de cero = infinito

Los sacerdotes de nuevo en la iglesia.

¿El tiempo, las horas? Un minuto, dos horas, cinco horas… Inexistente para mí aquel día.

La proximidad de un oficio. Mucha gente.

Primero, tristeza en mi corazón. Compartir el AMOR.

Luego, gran júbilo: ¡la propiedad del número infinito! ¡El Amor Infinito del Omnipotente para todos y cada uno de nosotros!

No a la inteligencia, a la razón; sí al corazón, a la fe, a la confianza en el abandono total a la voluntad del Buen Dios, del amor inconmensurable para todos y cada uno de nosotros.

Elena Gómez Rebollo
De Amistad en Cristo con María