Honrar el nacimiento de Jesús tiene que ver con poder honrar nuestras raíces y modo de acontecer. Dar las gracias hoy a quienes nos tomaron en brazos al nacer, nuestros primeros cuidadores: nos alimentaron, nos educaron, nos acompañaron con lo mejor de sí mismos y también con sus heridas. Como el «sí» de María y de José, el suyo nos permitió crecer y ocupar nuestro lugar en el mundo.
Hoy es un día para traer sus nombres al corazón y dar un lugar a todos aquellos que hicieron sitio por nosotros y nos sostienen desde atrás. Nos reconocemos hijos de nuestros padres y nos inclinamos ante sus vidas con gratitud, y ante aquellos que, a su vez, se la dieron a ellos, y al mismo tiempo nos reconocemos unidos por un vínculo mayor: «¿De qué me serviría si Jesucristo hubiera nacido de Dios y yo no?», se preguntaba Eckhart.
También es día para orar por las familias cuyas relaciones se han fracturado, cuya trama está herida y necesitan encontrar modos de reparar y sanar ese tejido relacional. Las ponemos bajo la bendición de la familia de Nazaret: acogida, perdón, paciencia, segundas y terceras oportunidades, y mucha, mucha comprensión y cariño.
Y como ha dicho el Papa Francisco: “El mensaje que proviene de la Sagrada Familia es sobre todo un mensaje de fe. En la vida familiar de María y José Dios está verdaderamente al centro, y lo está en la persona de Jesús. Por esto, la familia de Nazaret es santa: porque está centrada en Jesús… Esta luz que viene de la Sagrada Familia nos anima a ofrecer calor humano en aquellas situaciones familiares en las cuales, por diversos motivos, falta la paz, falta la armonía y el perdón”.
Evangelio (Mt 2,13-15; 19-23)
Cuando se marcharon, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo:
—Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te diga, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.
Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y huyó a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del Profeta:
De Egipto llamé a mi hijo.
Muerto Herodes, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José en Egipto y le dijo:
—Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel; porque han muerto ya los que atentaban contra la vida del niño.
Se levantó, tomó al niño y a su madre y vino a la tierra de Israel. Pero al oír que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, temió ir allá; y avisado en sueños marchó a la región de Galilea. Y se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por medio de los Profetas: «Será llamado nazareno».
