«Effetá», ha llegado la liberación a los cautivos

Evangelio de hoy San Marcos 7, 31-37
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían: Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

Aunque ni sordo ni mudo, frecuentemente pareciera que lo somos porque no escuchamos, Señor, y no hablamos a los demás de la experiencia de tu Amor. Inspira esta oración para que de ella saquemos la fuerza de voluntad y seamos siempre un testigos fieles de Tu Amor.
Jesús, confíamos en Tu infinito Amor, haz nuestro corazón semejante al tuyo.
 

Comentaba con gran precisión el Papa Francisco: “Pensemos en los muchos que Jesús ha querido encontrar, sobre todo, personas afectadas por la enfermedad y la discapacidad, para sanarles y devolverles su dignidad plena. Es muy importante que justo estas personas se conviertan en testigos de una nueva actitud, que podemos llamar cultura del encuentro […]
Aquí están las dos culturas opuestas. La cultura del encuentro y la cultura de la exclusión, la cultura del prejuicio, porque se perjudica y se excluye. La persona enferma y discapacitada, precisamente a partir de su fragilidad, de su límite, puede llegar a ser testigo del encuentro: el encuentro con Jesús, que abre a la vida y a la fe, y el encuentro con los demás, con la comunidad. En efecto, sólo quien reconoce la propia fragilidad, el propio límite puede construir relaciones fraternas y solidarias, en la Iglesia y en la sociedad.
Y ahora miremos a la Virgen. En ella se dio el primer encuentro: el encuentro entre Dios y la humanidad. Pidamos a la Virgen que nos ayude a ir adelante en esta cultura del encuentro. Y nos dirigimos a Ella con el Ave María.” (Discurso de S.S. Francisco, 29 de marzo de 2014).
 

«Ve y dile que los ciegos ven, los sordos oyen, y que ha llegado la liberación a los cautivos» (Mt 11, 5). Así resume su misión Cristo, porque ha sido enviado a curar a todos los enfermos y a traer la paz a los hombres.

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