Hay momentos que preferimos vivir en silencio, no como un modo de desconfianza, sino como un temor de expresar aquello que tememos, y se convierta en «realidad», como si por expresarlo, pudiéramos precipitar que ocurra…
Por eso solo podemos contemplar y permanecer, ser cómplices respetuosos, y no romper el hilo del silencio que nos habla con tanta fuerza como la palabra… El silencio es un lenguaje como otro cualquiera, que hasta los sordos pueden oír…
Rosario Aguilar
