Reflexión al Evangelio de Pentecostés

Buenos días mis hermanos en Cristo. Que alegría….hoy vamos a vivir la Sta. Misa con mucha devoción, amor y humildad, para que nuestro Jesús amado imponga sus manos sobre nuestras cabezas y la Luz del Espíritu Santo nos cubra con su LUZ y nos haga muy suyos.. .nuestro corazón va a ser grande en su AMOR 💘

Evangelio según San Juan 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

Paz a vosotros
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío Yo
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
Recibid el Espíritu Santo a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. ¡Gloria a Ti Señor!

Reflexión del P. Javier Miras sobre el Evangelio de hoy:
“Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el «Paráclito», literalmente «aquel que es llamado junto a uno», Advocatus (Jn 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7). «Paráclito» se traduce habitualmente por «Consolador», siendo Jesús el primer consolador (cf. 1 Jn 2, 1). El mismo Señor llama al Espíritu Santo «Espíritu de Verdad» (Jn 16, 13)”. (Catecismo n. 692). E.S. instaura la definitiva comunicación de Dios a los hombres.
En el Credo que se recita en la Misa se dice algo más de esta Persona Divina: “Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas”.
La acción del Espíritu Santo es central para la vida del cristiano. A Él se le atribuye la obra de la santificación de las almas, porque es Amor, el Amor del Padre al Hijo y el Amor del Hijo al Padre. Y la santificación es una obra de amor
El Espíritu Santo santifica por medio de la gracia, de las virtudes y de sus dones. Estos dones son: Sabiduría: es un don que nos hace saborear las cosas de Dios; Entendimiento: es un don que nos ayuda a entender mejor las verdades de nuestra fe; Consejo: es un don que nos ayuda a saber lo que Dios quiere de nosotros y de los demás;  
Fortaleza es un don que nos da fuerzas y valor para hacer las cosas que Dios quiere; Ciencia: es un don que nos enseña cuáles son las cosas que nos ayudan a caminar hacia Dios; Piedad: es un don con el que amamos más y mejor a Dios y al prójimo; Temor de Dios: es un don que nos ayuda a no ofender a Dios cuando flaquee nuestro amor.

 Al comienzo de su pontificado, San Juan Pablo II invitó a un obispo polaco -Mons. Ablewicz- para que le predicara los ejercicios espirituales en la Cuaresma. El obispo aceptó, y en uno de sus sermones dijo: El Espíritu Santo nos enseña que, aunque avancen los años, podemos conservar la juventud espiritual. (…) Nuestro testimonio cristiano debe ser siempre joven. Un verdadero testigo de Cristo no envejece nunca. En efecto, Cristo no envejece nunca, es el mismo ayer, hoy y siempre (Hb 13, 8). Él nos da al Espíritu Santo, que nos rejuvenece espiritualmente y mantiene a la Iglesia en una permanente juventud” (J. Ablewicz, Seréis mis testigos, p. 237).
Se cuenta del Papa San Juan XXIII que, al principio de su pontificado, y, especialmente, en la víspera del anuncio de la convocatoria del Concilio Vaticano II, no podía conciliar el sueño, y se hizo este razonamiento, que él mismo dio a conocer: “Me costaba un poco conciliar el sueño en los primeros días de ser Papa, pero pronto me di cuenta de que eso era una tontería. Me dije a mí mismo: Juan, ¿por qué no duermes? ¿Eres tú, el Papa, o es el Espíritu Santo quien gobierna la Iglesia? Es el Espíritu Santo, ¿verdad?… Pues, entonces, duérmete…”(que bonito)
La Tercera Persona de la Santísima Trinidad transformó a los discípulos del Señor. Los evangelistas no ocultaron su miedo, sus respetos humanos, que estaban escondidos por temor a los judíos. Pero la efusión del Divino Espíritu el mismo día de Pentecostés, los enciende y  predican ante la muchedumbre, hablan de Cristo a miles de personas….
«Si nos dejamos guiar por ese principio de vida presente en nosotros, que es el Espíritu Santo, nuestra vitalidad espiritual irá creciendo y nos abandonaremos en las manos de nuestro Padre Dios, con la misma espontaneidad y confianza con que un niño se arroja en los brazos de su padre. Viejo camino interior de infancia, siempre actual, que no es blandenguería, ni falta de sazón humana: es madurez sobrenatural, que nos hace profundizar en las maravillas del Amor divino, reconocer nuestra pequeñez e identificar plenamente nuestra voluntad con la de Dios”. (San Josemaría. Es Cristo que pasa, n. 135).
Dios, Padre y fuente de toda luz, que iluminó los corazones de los discípulos derramando en ellos el Espíritu Santo, os bendiga y les conceda la abundancia de sus dones.
El fuego admirable que apareció sobre los discípulos purifique vuestros corazones de todo mal y os ilumine con su luz.
El Espíritu, que por la proclamación de una misma fe reunió a los pueblos de diferentes lenguas, os haga perseverar en esa misma fe y llegar, gracias a ella, a la visión que esperais.
Y la bendición de Dios todopoderoso, del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y permanezca para siempre. AMEN

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