Hoy Señor, te presento los frutos de mi vida, todos ellos no valen ni a los ojos de los hombres, ni a los tuyos… Te los presento porque Tú has venido a salvar lo que estaba perdido… porque las obras de mis manos no valen nada, pero Tú Señor llamas a nuestra puerta y cuando entras todo lo dejas lleno de Ti… y en eso está nuestra esperanza, en que Tú vienes a salvar lo que estaba perdido, y lo salvas….
SEÑOR, que todo lo que late en mí sea una acción de gracias continua… qué toda mi miseria se convierta por Tú Amor en Amor a los otros… Qué todas las pruebas, las humillaciones las reciba como de Ti para ir a Ti sin nada, vacía de todo orgullo y de otro apoyo que no seas Tú, porque solo Tú acoges a aquellos que sabemos de nuestra pobreza… solo Tú, conociéndonos como nos conoces, nos Amas así como somos con ternura infinita…
Rosario Aguilar
