Domingo del Señor
“¡Qué alegría cuando me dijeron vamos!” a nuestra cita semanal a encontrarnos todos unidos alrededor del altar para pedir los unos por los otros. Qué maravilla Señor, es una forma de practicar la humildad. El evangelio de este domingo pasado lo dice muy claro, por eso Jesús tiene que reinar nuestro corazón en nuestros pobres corazones. Entonces Él será nuestra humildad, nuestra santidad. Desde la cruz ¿qué nos enseña? Desde el Sagrario ¿qué nos enseña? Nos unimos al grito del publicano “Oh Dios, ten compasión de este pecador”… Mira Jesús amado qué pobrecitos somos, te damos nuestra pobreza… Tuyos somos. Gracias por amarnos tal como somos. Junto a nuestra Madre, San José y nuestro Ángel Custodio. “Santo, Santo, Santo”.
Concha Puig

Evangelio del Domingo 23 de octubre
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
“¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
“Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra de Dios