Hoy me llama la atención esa simple frase. ¿Jesús, cómo sería recorrer las calles contigo?
Muchas veces el Evangelio dice que ibas por los caminos predicando, que Te parabas al borde para atender a alguien. Me imagino caminando contigo, tranquilamente, sin prisa por llegar, disfrutando de Tu compañía. Noto el sol en la piel, la tierra bajo mis pies, caminando entre los campos labrados. Saludamos a la gente, ayudas a los enfermos y, veo sus caras felices y esperanzadas al verte aparecer por el horizonte.
Llegamos luego a la casa de algún privilegiado que nos invita a todos a cenar. Comparto la mesa contigo: las risas, el pan. A Tu alrededor hay una alegría y una paz profunda que no puedo describir. No quiero estar en ningún otro lugar del mundo. Me siento tan afortunado…
Cuando terminamos de cenar Te retiras en soledad. Al principio me extrañaba, pero ahora ya se lo que haces… Oras, rezas por nosotros… rezas por mí. Cuando vuelves, nos sentamos cerca del fuego Tú y yo y hablamos tranquilamente de mi familia. Me preguntas por mi mujer, por mis hijos. No hay nada en el mundo que me haga más feliz. Me hace sentir importante para Ti. ¿Por quién si no has venido al mundo?
P. Jesús Mateos
