Blasfemias en el Parlamento


En los últimos días he oído blasfemar en dos ocasiones desde
el estrado del Congreso de Diputados. Patxi López desde la tribuna de
oradores pronunció a voz en grito las siguientes palabras: “Vamos a ver
si se enteran de una vez, no hay ni gobierno, ni Estado, ni Dios que
pueda decidir sobre el cuerpo y la vida de las mujeres”. Lo peor fue ver
como la bancada socialista se puso en pie aplaudiendo fervorosamente
cuando pronunció las palabras “NI DIOS”.


También el presidente de gobierno, Pedro Sánchez, el pasado
8 de febrero, en una de las respuestas a la diputada Cuca Gamarra
durante sesión de control que se celebraba en dicha fecha afirmó
textualmente, aludiendo a quien se debía la bajada de la inflación:
“parece ser que el mérito es del Espíritu Santo”.


Ningún creyente jamás pronunciaría dichas palabras, como
tampoco lo haría cualquier persona medianamente ilustrada y educada
y menos en un discurso parlamentario. Para un cristiano de a pie, como
es mi caso, resulta muy difícil escuchar esas palabras sin que te
saquen lo peor de ti mismo en ese momento. Se te pasan por la
cabeza varias respuestas, porque tenemos los mismos bajos instintos
que todo el mundo. Solo pensar en Cristo Rey que es la única
autoridad verdadera que reconoce nuestra conciencia, te vuelve a
situar y te conduce a exigir el respeto a Dios, pero desde nuestras
convicciones de amar a todo el mundo, porque al mal se le vence con
el bien. En el fondo tienen suerte.


Pedro Cerracín.
Abogado.

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