Mis palabras ya no dicen nada, porque lo que hay ahí, en el fondo, es algo indefinible, cualquier palabra desfiguraría el sentido de lo que se quiere expresar. Por eso solo se puede permanecer; es como el que ha llegado al fondo del mar y la presión, por la profundidad, adormece los sentidos y lo que se percibe sólo se percibiera en el fondo de nuestro corazón, sin que pueda llegar ahí nuestra sensibilidad, emoción, entendimiento… Las maravillas que se experimentan en el fondo del mar no se perciben por los sentidos, pero quedan ahí, impresas en el fondo de nuestro ser, y nos introducen en corrientes de agua que nos embargan y nos purifican y nos transforman… Y nuestro ser, cuando sale de nuevo a flote, ya no puede ser el mismo… queda transformado en su conciencia por el agua pura del fondo de su ser en el que se ha sumergido y en el que Dios habita… y que se manifiesta como «una inmensa claridad»… y que su Paz es muda y su Amor sin límites… Solo se puede comunicar al fondo del corazón del «otro»… el corazón abierto del otro.
Rosario Aguilar