La tibieza de los corazones dormidos

Por Beatriz Azañedo, publicado en Cathopic.com

 

“Tibio: aquel que se comporta con indiferencia y se muestra poco afectuoso. Sinónimos de tibio: indiferente, insensible, desapasionado”.

En la vida elegimos, tomamos decisiones, que quizá hacen que nos equivoquemos o que triunfemos, pero siempre levantándonos e intentándolo.

Pero, ¿qué pasa con aquellos que no actúan, que tienen una actitud pasiva en la vida? Que ni actúan ni se dejan hacer por Dios, incluso que no hacen uso del don que nos ha sido regalado: la libertad. Sigue leyendo

Atrévete a vivir

 

¿Qué pasaría si miráramos el mundo con los ojos de un enamorado? De alguien que acaba de descubrir el secreto de la vida, de la felicidad… Qué pasaría si mirásemos el mundo como si de repente encontramos una flor en el asfalto… ¿Qué pasaría si mirásemos la vida como si acabáramos de llegar? Todo nos asombraría, todo tocaría nuestra alma inquieta. Y nos preguntaríamos, y buscaríamos. Porque, qué es la vida sin buscar, sin cuestionarse. ¿Por qué no miramos la vida con los ojos de un enamorado? Hay un canción de un grupo de música que me gusta bastante, y en una frase dice: aquel verano en el que estuve enamorado, hasta las gaviotas me parecían fascinantes.

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Cuando no encontramos sentido al sufrimiento

Por Beatriz Azañedo, publicado en Cathopic.com

Hoy en día, en el mundo de la tecnología y de la rapidez estamos acostumbrados a que todas las respuestas y los resultados sean inmediatos. Pero la vida real no es así, hay unos tiempos y procesos.

Al igual que estamos en la sociedad de lo inmediato, también en una sociedad secularizada, en la que cada vez se tiene menos a Cristo en nuestro día a día.

Un tema que ha estado vigente a lo largo de toda la historia es el sufrimiento, la injusticia. Podemos mirar a nuestro alrededor, en nuestras casas, salir a la calle, ver el telediario… y parece que tanto el sufrimiento como la injusticia se han apoderado del mundo. Tantos niños inocentes que sufren, familias rotas, jóvenes que no encuentran su camino… ¿y todo esto por qué?

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Hemos venido a adorarlo

Queridos todos, feliz año nuevo! Os envío una pequeña reflexión! Afectísimo en Cristo, P. Pedro Barrajon, lc.

Hemos venido a adorarlo

La fiesta de la Epifanía del Señor es celebrada en algunos países como la fiesta en que se dan regalos a los niños, recordando los regalos, oro, incienso y mirra, que los magos de oriente trajeron al Niño Jesús. El Evangelio de San Mateo nos dice que cuando llegaron a Belén, a la casa donde estaba el Niño con su Madre, “postrándose le adoraron” (Mt 2, 11). Los magos de Oriente nos recuerdan un elemento esencial de la oración que para nosotros, hombres acostumbrados a una vida ajetreada, nos es particularmente difícil: la adoración. El Catecismo de la Iglesia Católica define la adoración como “la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador” (n. 2628). Entrar en verdadera oración es adorar, es verse creatura, mendigo del amor de Dios. Es una acción de verdad, de reconocer lo que se es ante quien es omnipotente. Hemos perdido la costumbre de adorar. Nuestras oraciones a veces son largas listas de peticiones a Dios. Y no es que esto esté mal, pero tiene que ir unido a esa actitud de los magos de oriente, de postrar el espíritu para reconocer la grandeza divina de frente a nuestra pequeñez.

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Para adorar hay que saber guardar silencio, hay que saber contemplar y hay que saber ofrecer dones como hicieron los magos. El Evangelio de San Mateo no nos reporta palabras de estos misteriosos personajes, sino sólo el acto de postrarse ante el Niño recién nacido. Ellos pudieron descubrir la estrella que los guio hasta Jesús gracias a esa capacidad de silencio y de contemplación que les permitió descubrir la voluntad de Dios que los conduciría hasta Belén. Quien sabe adorar se convierte en hombre contemplativo. ¡Qué gran necesidad tenemos todos de favorecer la vida de contemplación en nuestra vida! ¡Cómo se echa de menos esa capacidad que permite sintonizar con el Señor y captar los latidos de su Corazón con naturalidad y facilidad!

“¡Contempladlo y quedaréis radiantes! (Sal 34, 6). El mundo de hoy necesita de rostros radiantes, de hombres y de mujeres que han contemplado a Dios, que lo han adorado y que se han ofrecido a Él en holocausto. Necesitamos nosotros mismos ser esos hombres y mujeres contemplativos para poder afrontar tantos problemas de la vida diaria que no requieren sólo de soluciones técnicas sino de esa sabiduría del corazón que da la contemplación.

Como los magos también nosotros podemos ofrecer en nuestra oración algún pequeño regalo: el oro de la caridad, el incienso de la esperanza y la mirra de la fe. Son dones que en realidad son precedentemente regalos de Dios a nosotros. Damos a Él lo que antes Él nos ha dado. Él nos ha dado la capacidad de amar: amémoslo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todo nuestro ser. Eso es ser verdaderos contemplativos. Eso es adorar.

Orar con María Magdalena (P. Pedro Barrajón l.c.)

Queridos en Jesucristo, les paso una sencilla reflexión del período de Pascua. Afectísimo en Cristo, P. Pedro Barrajón l.c.

Orar con María Magdalena

            El período de la resurrección nos presenta los pasajes del Evangelio donde aparece la figura de María Magdalena a la cual se aparece el Señor resucitado en varias ocasiones. La presencia en la vida de Jesús de esta mujer de Mágdala de la que él mismo había expulsado, según nos dice el Evangelio de San Lucas, siete demonios, nos llena el corazón de alegría y esperanza. Más allá de la posible identificación de esta mujer con María de Betania, como hace la tradición occidental, lo que nos dicen los pasajes de la resurrección es que ella sin duda ninguna ella recibió el privilegio de ser una de las primeras personas a las que aparece el resucitado. Sigue leyendo

Orar cuando uno se siente pecador (P.Pedro Barrajón l.c. Consiliario de Amistad en Cristo, Nuevo Amanecer)

 

Queridos en Cristo, ¡SANTA CUARESMA! Afectísimo en Cristo, P. Pedro Barrajón L.C. Consiliario de Amistad en Cristo, Nuevo Amanecer

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Nuestro Consiliario P. Pedro Barrajon L.C. en una reciente audiencia con el Papa Francisco

Orar cuando uno se siente pecador

La Cuaresma es un momento de oración, ayuno, penitencia, limosna y ejercicio de la caridad. Es un momento de conversión. Pero puede suceder a veces que, reconociendo nuestra necesidad de conversión y de volver a Dios, considerando la grandeza de la propia miseria, de los pecados pasados o presentes, nos dé “vergüenza” volver a Él en la oración. Nos sentimos pecadores, indignos de ser llamados sus hijos, llenos de miserias, como manchados en lo más profundo de nuestro ser. El demonio se puede servir de algo que es natural, como es un sentimiento de indignidad y de vergüenza del propio pecado, para paralizar nuestra marcha hacia Dios y bloquearnos en nuestro camino espiritual, porque creemos que nuestros pecados son demasiado grandes para poder volver con confianza al Señor para ir a hablar con Él de corazón a corazón, pedirle perdón e implorarle fuerza.

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Sobre el arcángel san Miguel

¿Quién es el Arcángel San Miguel?

BhoIABvCMAE-PQuSan Miguel es uno de los siete arcángeles y aparece en la Biblia, al igual que Gabriel y Rafael. La Santa Iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los arcángeles y le llama «Príncipe de la Milicia Celestial». Miguel quiere decir: ¿Quién como Dios?. Es decir: ¿quién es tan grande, tan amable y justo como Dios?. Conociendo el significado de su nombre tal vez nos preguntemos: ¿quién es San Miguel?, ¿de qué o de quién nos protege?, ¿cuál es su misión?

Ya desde el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios y su poderosa defensa continúa en el Nuevo Testamento. Es representado como el ángel guerrero, el conquistador de Lucifer, poniendo su pie sobre el enemigo infernal, amenazándole con su espada o traspasándolo con su lanza. Suele representárselo con una balanza, pues es defensor de la justicia y su fiesta es la más antigua de las instituidas en honor de los ángeles, la única que se celebraba en los primeros tiempos. Sigue leyendo

Artículo de Sandro Magister

«Por qué me atacan». Autobiografía de un pontificado

Desde el momento que fue elevado al papado, Joseph Ratzinger es blanco de agresiones in crescendo, en el interior de la Iglesia y fuera de ella. ¿Hay una «mano invisible» que las mueve? Aquí presentamos cómo lo juzga y explica el Papa .

Por Sandro Magister

ROMA, 3 de septiembre de 2010 – Han salido a la venta este verano, en Estados Unidos y en Italia, dos libros que reconstruyen y analizan los ataques lanzados desde muchas partes contra Benedicto XVI desde el comienzo de su pontificado, con un crescendo que ha alcanzado la cima este año.

El libro de Gregory Erlandson y Matthew Bunson, editores de periódicos católicos muy difundidos en Estados Unidos, se concentran sobre el escándalo de los abusos sexuales del clero.

Por su parte, el libro de los vaticanistas italianos Paolo Rodari y Andrea Tornielli extiende el análisis a una decena de ataques contra otros tantos actos y discursos de Benedicto XVI: desde la conferencia de Ratisbona a la liberalización de la Misa en el rito antiguo, desde la revocación de la excomunión a los obispos lefebvristas hasta la condena del preservativo anti-SIDA, desde el recibimiento de los anglicanos en la Iglesia Católica hasta el escándalo de la pedofilia.

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¿Cristo vuelve o no vuelve?

juiciofinal4_150“Yo, Jesús, he enviado a mi mensajero para dar testimonio de estas cosas a las Iglesias. Yo soy el Retoño de David y su descendencia, la Estrella radiante de la mañana. El Espíritu y la Esposa dicen: ‘¡Ven!’, y el que escucha debe decir: ‘¡Ven!’ Que venga el que tiene sed, y el que quiera, que beba gratuitamente del agua de la vida. Yo advierto a todos los que escuchan las palabras proféticas de este Libro: ‘Si alguien pretende agregarles algo, Dios descargará sobre él las plagas descritas en este Libro. Y al que se atreva a quitar alguna palabra de este Libro profético, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la Ciudad santa, que se describen en este Libro’. El que garantiza estas cosas afirma: ‘¡Sí, volveré pronto!’ ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! Que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos. Amén.”(Ap.22, 16-21)

 

Con esas palabras concluye el Apocalipsis. Cristo vuelve. Así nos lo dice la doctrina de la fe. Así lo afirmamos al recitar el Credo: “… y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos”. Este es un artículo fundamental de nuestra fe católica. En la Misa exclamamos: “Cada vez que comemos de este Pan y bebemos de este Cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas”. O bien, “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡Ven Señor Jesús!”Son palabras que decimos para pedirle que vuelva pronto, que no se tarde en venir. Pero se nos ha hecho tal la costumbre de pronunciarlas que hemos perdido de vista su real significado.

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